El futuro del florete VI
El instinto de conservación
Antes de pasar revista a las acciones de combate que son probablemente la causa del declinage técnico del florete, debemos preguntarnos varias cosas:
- Si el juego del florete no es exageradamente artificial.
- Si sus convenciones no tienen un punto de vista espiritual.
- Si las reglas de juego no son ilógicas e inaplicables en la realidad y en la pasión del combate deportivo.
Es bastante fácil refutar estas cuestiones.
En principio, hemos asistido en todas las épocas ( y hoy en día también, dichosamen te) a encuentros disputados encarnizadamente pero con un altísimo nivel técnico. Por tanto, es preciso que los antagonistas acepten jugar, pero jugar el mismo juego.
En lo que concierne a las convenciones, se fundan en una realidad intangible, irrefragrable, que es el instinto de conservación del individuo, es decir, lo que un hombre, osado o no osado, pueda o no pueda hacer sobre el terreno, con armas verdaderas aún a riesgo de su vida.
La ortodoxia de la técnica, a medida que se libra de las reglas, aunque éstas no sean suficientemente claras ni precisas, resalta una verdad fundamental: en esgrima como en boxeo, el estiramiento del brazo, es la marca de la acción ofensiva, no son las piernas las que dan el golpe (incluso si ellas le acompañan), sino el brazo que dirige la punta o el puño hacia el blanco. En el plano del arbitraje, se debe considerar que un golpe no es llevado hasta que el brazo se estira.
Ningún espadista ataca con el brazo recogido, esto representa demasiados riesgos. En un combate real a punta desnuda, el ataque con el brazo recogido y el pecho descubierto, revelaría una tendencia suicida.
No al brazo recogido
Debemos condenar, desde el plano de la prioridad del arbitraje, la manera actual de ciertos tiradores, manera que tiende a generalizarse, que consiste en comenzar la acción con las piernas y no estirar el brazo hasta el ultimo momento, cuando el pie de delante se posa sobre el suelo. Este procedimiento es un truco, utilizado para hacer la parada más difícil, incluso imposible (pues no es posible parar un ataque en tanto no ha sido llevado). Es además ilógico en el espíritu de la convención, su técnica suicida en un combate real, enturbia a los árbitros en el análisis de la frase de armas. Parece importante que el reglamento tome una posición concreta sobre éste punto (como se ha hecho ya en el sable) y que el arbitro tenga en cuenta si una acción subsiguiente del adversario se desarticula en ese momento.
He insistido sobre éste punto y les ruego me excusen, porque concierne a la primera acción de la esgrima, aquella por la que toda frase de armas comienza. Si ya ésta es mal ejecutada, si ella esta ‘podrida ", por utilizar un termino trivial, todas las acciones que sigan lo sufrirán y se harán imposibles de analizar. Es raro que un arbitro tenga dificultades cuando las acciones de esgrima sean claras y netas, incluso si son extre madamente rápidas. Por el contrario en caso de acciones confusas, mal ejecutadas, es normal que las opiniones sean equívocas. Pero el causante, ¿es el arbitro o el ejecutante?
El ataque con el brazo recogido es seguramente una de las causas principales del deterioro de la frase de armas, de las respuestas y contra respuestas.
En fin, no hace falta disimular mas, ya que no habrá ningún progreso, si los pedagogos del florete no se ponen de acuerdo, si no llaman la atención de sus alumnos sobre éste punto esencial, si no exigen en sus lecciones una ejecución ortodoxa en las acciones de base del florete.
Esto no es una carrera pedestre
La esgrima no puede ser una carrera pedestre, pues no es con las piernas con lo que se toca al adversario, sino con la mano que dirige la punta.
Es posible en cierta medida, que el alargamiento de la pista del florete haya contribuido a una evolución que favorece las piernas en detrimento de la mano.
Los campeones actuales dan una prioridad al trabajo de las piernas sobre la mano. Aunque el juego de piernas es compresible, es a veces exagerado, ya que no mantiene al tirador en la medida que le permitiría, evitando el golpe adverso, tener la posibilidad de atacar. Por otro lado, esos reculeos excesivos (romper dos metro cuando veinte cen tímetros serian suficientes) es un grave error, conllevan una contrapartida obligada en los ataques desenfrenados y confusos hacia un blanco que se esconde sin cesar.
Parece que se pase de un exceso a otro,. se confunde velocidad y precipitación. El juego de piernas más eficaz no es siempre el que hace mas efecto.