El futuro del florete III
Al filo de la polémica internacional sobre el florete, de los debates en los grandes foros de decisión y ante los posibles cambios, ¿Tal vez para retroceder? ¿Tal vez para evolucionar? Seguro que siempre para estimular, me viene al recuerdo de nuevo el pasado, pues al final es la fuente de lo que existe y de alguna forma repetición de lo que en su momento inquietó, motivó y estimuló a pasadas generaciones.
No hace mucho tiempo, uno de los que en su momento fueron maestros examinadores de aquellos que tuvimos el privilegio de ser la primera generación de esta época en España, escribió:
Enero de 1978
Traducción de un artículo escrito por el Maestro Raúl Clery aparecido en la revista francesa "Escrime", en la sección "Opinión" y titulado: "La esgrima a florete y sus problemas":
La esgrima de punta tiene una larga historia y que sería muy extensa de exponer aquí.
¿De dónde viene el florete?
Sabemos que fue inventado a lo largo del siglo XVII en Francia y en Italia para facilitar el entrenamiento al combate real. Durante doscientos años y hasta la invención de la careta no fue otra cosa que un simulacro de la espada según se desprende de las obras aparecidas a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Antes de la invención de la careta aparecida durante el periodo revolucionario francés, la lección de armas tenía un carácter rudimentario. El asalto de entrenamiento era por así decirlo prácticamente imposible.
Reflexionando, se podría pensar que el florete, arma imaginaria, habría debido desaparecer, a pesar de que gracias a él, fueron descubiertas todas las posibilidades técnicas y tácticas de la esgrima así como los equipos y medios de practicar la espada de combate real sin peligro.
Avanzando en el conocimiento de la esgrima a través del florete, descubrimos otra esgrima más fina, más rápida, más animada, de algún modo más espectacular que la practicada con un arma más pesada como es la espada. Dos instrumentos diferentes en peso y estructura, conducen a técnicas de empleo igualmente diferentes.
>El arma de los virtuosos
Durante el siglo XIX, periodo en el que la esgrima moderna se separa de la antigua, la esgrima de la espada es relegada. Poco practicada en sala, no servía más que para solucionar conflictos de orden particular. Por el contrario el florete se desarrolló extraodinariamente, particularmente en los países latinos, gracias a la belleza, a la maestría de los gestos, a la dificultad de combinación y a los encadenamientos brillantes que permite. A pesar de que muchas de estas acciones sería probablemente peligrosas sobre el terreno.
Finalmente, cuando llega el periodo de finales del siglo XIX y comienzos del XX, con la renovación de los Juegos Olímpicos, hecho que debería conllevar progresivamente una organización universal y oficial en todos los deportes, la esgrima a florete había impuesto su existencia y los promotores de la esgrima dudan en poner el mismo nivel a las dos armas de punta.
En el momento de la transformación de la esgrima de combate en esgrima deportiva, los responsables internacionales no tuvieron grandes dificultades para poner en marcha las competiciones de espada. Esta debería ofrecer el reflejo fidedigno del combate singular: arma pesada, hoja rígida, cazoleta gruesa, pista longitudinal de 30 por 3 metros, combate a un solo tocado, superficie válida de cuerpo entero, reglas de combate análogas al duelo.
Contrariamente, las reglas para las competiciones de florete, fueron más delicadas de establecer, sobre todo por los diferentes puntos de vista de las escuelas francesas e italianas a las que hubo en principio que conciliar. La preocupación mayor para los primeros dirigentes fue probablemente establecer una diferencia, un contraste, entre las dos armas de punta, aunque solo fuera para justificar la existencia de ambas.
Al arma del combatiente, provisto de una cazoleta defensiva, obligado a un estilo sobrio, calmado y en línea, se opone el arma del virtuoso, instrumento ficticio, ligero, con la guardia recogida, hoja flexible, de juego elegante, un poco arbitrario, pero de elevadas cualidades técnicas. En esta última disciplina, las competiciones se disputan en una sala sobre pistas cortas de 10 a 12 metros máximo; la superficie válida del tirador se limita al tronco delante y detrás; los asaltos se disputaron en principio a tres toques, después a cinco durante un tiempo que oscila entre los 10 minutos para las pules y los 40 para determinados combates importantes. En fin, las reglas de combate conllevaron numerosas convenciones como si los innovadores de este juego hubieran querido construir un espectáculo de acciones de esgrima seleccionadas y elevadas a la altura de arte.
Esta es al menos la impresión que se aprecia al analizar cuidadosamente las reglas que presiden el combate del florete.
No obstante, el principio fundamental de esta esgrima imaginaria, como la de todas las esgrimas, es tocar si ser tocado.
Desde los primero grandes encuentros a florete, se percibió que si era relativamente fácil establecer las reglas del juego sobre el papel, otra cosa era hacer respetar el espíritu sobre la pista.